Museo San Francisco

Museo San Francisco
Más allá de la tradicional visita guiada en la que se iban explicando la historia y características de las piezas de una colección, en el Museo de San Francisco se lleva a cabo un recorrido guiado donde la luz, el sonido y la imagen se alían a la colección de piezas expuestas y al mismo espacio de la iglesia para conseguir un especial ambiente que acerca al visitante a una visión global del Rioseco del siglo XVI.
Después de que un fraile franciscano y el propio Almirante hagan el recibimiento, se inicia la visita con una aproximación a la Orden Franciscana con especial atención a tres de sus principales figuras, San Francisco de Asís, San Antonio de Padua y Santa Clara, que están representados por tres esculturas de Tomás de Sierra y de sus hijos Francisco y José de Sierra.
El convento de San Francisco de Medina de Rioseco es el tema central de la siguiente capilla donde una reconstrucción en 3D hace comprender al visitante la magnitud de un cenobio que contó con tres claustros. Una descripción que da paso a la capilla dedicada a los Almirantes con el copón que lleva su escudo, el lignum crucis, o las laudas sepulcrales de D. Luís III Enríquez de Cabrera y de su esposa Dª Vittoria Colonna, antes de llegar a una de las partes más importantes del recorrido, la capilla funeraria de los almirantes en el crucero de la iglesia.
Un espacio donde poder contemplar algunas de las piezas más extraordinarias de la colección: los grupos escultóricos en barro cocido de Juan de Juni en los retablos de piedra de Miguel de Espinosa y las orantes en bronce policromado de Cristóbal de Andino junto a uno de los mejores retablos diciochescos componen un espacio de extrema belleza bajo el cimborrio con la extraordinaria bóveda estrellada ochavada.
La capilla de Santa Ana y Santa Isabel con los relieves en alabastro de la Natividad y la Flagelación es paso obligado para llegar a la capilla de los Villasante que después de su restauración vuelve a mostrar todo su esplendor y en la que se puede apreciar lo mejor de una colección de platería con la custodia de Antonio de Arfe como pieza fundamental de un arte que tuvo gran número de importantes talleres en Rioseco.
Especialmente interesante es la visita a la cripta de la iglesia que en otros tiempos fue el pudridero de los fallecidos antes de recibir definitiva sepultura como muestra de un rito funerario de gran transcendencia durante el siglo XVI. De nuevo en la iglesia y tras una explicación detallada del retablo de Fray Jacinto de Sierra, el recorrido continua en las capillas laterales con los excelentes marfiles hispano filipinos del legado del obispo Antonio Paino, de algunos hitos en la historia de la ciudad como el título de ciudad, la carta de confirmación de dos ferias anuales por parte los reyes Católicos o el voto de la Inmaculada sobre el que juraba el regimiento, pero también de sus devociones a sus patronos con la exposición de un relicario San Ponciano que fue patrono de la ciudad antes de que lo fuera definitivamente San Juan del que se muestra una excelente talla de Tomás de Sierra, sin olvidar el fervor a su patrona la Virgen de Castilviejo con la muestra de alguna de sus coronas y joyas o de los paños del milagro del cristo.
El sarcófago del doctor Mena en madera imitando alabastro, en el arcosolio de la siguiente capilla junto a otra excelente talla en marfil y una pintura sobre tabla del santo entierro conducen al visitante en el último tramo del recorrido al coro donde junto a una colección de esculturas en madera policromada puede observar de cerca las tribunas en yeso de los hermanos Corral de Villalpando y sobre todo la visión global de toda la grandeza y belleza de la iglesia gótica.
A toda esta larga lista de obras de arte hay que unir la colección del Convento de Carmelitas de San José Carmen que hace meses regresó al Museo de San Francisco con piezas de gran interés histórico y artístico ampliando considerablemente el interés del museo.
Un museo en el que se pretende despertar las sensaciones a través de los sentidos en un intento de sugerir más que de explicar. Un espacio para el arte y la historia, para el turismo y el desarrollo, para la conservación y la restauración, para el estudio y la investigación. En definitiva, un lugar donde propios y extraños se podrán identificar con la mejor historia y arte de la Ciudad de los Almirantes.